Gestión del agua y salinidad

La producción de uva de mesa generalmente requiere de 400 a 1350 mm. de agua disponible por año dependiendo del clima, el suelo, la variedad, etc. La aplicación apropiada de nutrientes y una nutrición equilibrada, sobre todo con calcio, potasio y nitrógeno nítrico, puede minimizar los problemas de salinidad.

Gestion del agua 

La producción de uva de mesa generalmente requiere de 400 a 1350 mm (4000 – 13500 m3/ha) de agua disponible por año dependiendo del clima, el suelo, la variedad, etc, para conseguir una productividad máxima. Por eso se practica el riego y la fertirrigación en muchos países, sobre todo donde la pluviosidad limita el crecimiento de la vid. El riego se considera esencial para una producción de uva de mesa de calidad en los climas cálidos y secos.

Riego por goteo

En algunas regiones, por ejemplo en las zonas desérticas de Sudáfrica, se pueden aplicar 2000 mm de agua anuales. En otros lugares, como España, lo habitula ronda los 600 mm. La producción de uva de mesa se ve muy influenciada por la cantidad de agua disponible para su desarrollo, especialmente entre floración y envero. No obstante, la disponibilidad de agua puede ser un problema en cualquier etapa, por ejemplo, la falta de agua durante el crecimiento rápido del grano puede limitar su tamaño, y durante las primeras fases de crecimiento de la viña puede provocar la desecación de las hojas.

Microjet

Al primer síntoma de sequía, rápidamente los brotes de crecimiento se tornan verdes grisáceos, igual que las hojas maduras. El zarcillo del pámpano y su caída pueden servir como indicadores de estrés hídrico de forma precoz. En el otro extremo, las inundaciones por un largo periodo, provocan la muerte de las raíces, reduciendo significativamente el vigor de la viña. El encharcamiento durante un periodo corto restringe la disponibilidad de nutrientes, afectando negativamente al vigor de la viña y la calidad final de la uva.

gestión de agua y salinidad

Un periodo corto de carencia de agua cerca de la madurez puede acelerar demasiado esa maduración, limitando el crecimiento de tallos con lo cual se restringe el tamaño del grano. Esto incrementa el contenido en azúcar en la uva. Regar demasiado, o la lluvia durante la maduración retrasará la madurez y, en los cultivares de piel fina, puede provocar la caída de los frutos, ablandamiento o invasión de enfermedades.

Salinidad 

Más del 50% de la superficie mundial de cultivos bajo riego está afectada por problemas de salinidad. En uva de mesa, y sobre todo en plantaciones donde no se han utilizado patrones tolerantes, la salinidad induce a un déficit hídrico en la viña y también provoca un desequilibrio en la asimilación de nutrientes. Como consecuencia, la viña padece un déficit de determinados nutrientes como el calcio, o sufre de toxicidad debida a la absorción excesiva de otros iones, como cloruro o sodio. El resultado final es una atrofia del crecimiento, estrés hídrico, marchitez y muerte de las hojas, que conducen a una reducción del rendimiento. 

La aplicación apropiada de nutrientes y una nutrición equilibrada, sobre todo con calcio, potasio y nitrógeno nítrico, puede minimizar los problemas de salinidad. Por ejemplo:

  • El nitrógeno nítrico puede reducir la absorción del cultivo de cloruros y mejorar la del potasio, calcio y magnesio. 
  • El nitrógeno nítrico, aplicado como nitrato de calcio, potásico, o de magnesio, mejora además la absorción de agua comparado con la aplicación de nitrógeno en forma amoniacal. 
  • Altos niveles de calcio en la zona radicular pueden reducir los efectos negativos de la absorción de sodio y cloruro, mientras incrementa la del potasio y nitratos.